Una situación extraordinaria



Qué situación tan difícil estamos viviendo, ¿no os parece?

Me ha llevado unos días tomar consciencia de ello. Ya parece que vuelvo a pisar tierra, trato de conectar con el aquí y ahora. Pero no siempre resulta fácil y mis pensamientos se disparan.

Dicen que, de esta situación inédita en nuestra historia, sacaremos aprendizajes positivos, que es una buena oportunidad para estar con nuestros hijos, con la pareja…

ESTAR. Yo misma, los primeros días de este encierro sufrí tal bloqueo… Me dio por ordenar y limpiar, a lo bestia. Me decía que era para preparar el nidito para mis pequeños y nosotros en estos días, semanas… pero lo que verdaderamente ocultaba era el miedo de estar conmigo misma, pausar mi actividad, bajar mi ritmo… Estaba nerviosa, irritable, malhumorada. Todo esto se reflejaba en mi relación con los míos. Hasta que me di permiso para expresar mis emociones, aquellas que trataba de tapar.

Me ha llevado mis días poner palabras a esto que siento y que hoy, me apetece compartir contigo, por si resonara en ti. Vamos a bajar el sonido a nuestro exigente, por favor.

En estos días, hay muchas propuestas de actividades y juego que pretenden hacernos los días más fáciles en los hogares donde viven niños/as. Pero, no te lo tomes como una exigencia. No pasa nada si hacéis nada o poco de aquello que os llega. Nuestras expectativas (si son altas o exigentes) con una probabilidad mayor, no se verán cumplidas y el malestar aparecerá afectando a la convivencia familiar.

Leí en internet a una mujer que decía: “el miedo al aburrimiento es de los padres”. Y estoy de acuerdo. Los niños/as se aburren poco o nada. Dejemos que jueguen libremente, con las normas de convivencia y límites de seguridad que cada familia vea oportuno, pero sin horarios estrictos para hacer qué actividad. Salvo los momentos de alimentarse, dormir y asearse, lo demás puede venir acompañado de la voluntad de los pequeños/as. Un exceso de control en el resto de rutinas/actividades es contraproducente al bienestar familiar. Preparemos nuestro hogar para sentirnos cómodos y seguros. Dejemos que elijan a qué quieren jugar, que decidan si en ese juego, podemos estar nosotras/os o no o tal vez estar presentes pero en silencio. Respetar los espacios de unos y otros, ahora mismo, es bienestar físico y emocional.

Y aún así, habrá momentos caóticos porque como decía otra buena amiga: solo soy una persona. Vendrán peleas entre hermanos/as. Habrá llantos. Mostrarán sus emociones ante este “encierro” en sus actos (golpearán cosas, romperán otras…). Y a todo esto, se le unirá tus propias emociones, las de tu pareja u otros miembros de la familia que estos días estén bajo el mismo techo.

Date permiso para errar. Por favor, no seamos tan exigentes con nosotras/os mismos. Y bajemos el nivel de exigencia también para nuestros pequeños/as. Ellas y ellos son sólo niños. Validar tus emociones y las de ellos mejorará la convivencia. Negarlas, todo lo contrario.

ESTAR. Y nada más. Nada menos.

Al igual que tú, tengo niños pequeños en casa ( 4 y 2 años). Esta situación extraordinaria es nueva también para nosotros, como familia.

Hoy, me gustaría compartir contigo un cuento, una historia sobre la situación que vivimos y que puede acompañarte en los momentos en los que explicas a tus pequeños/as lo que está ocurriendo. Decide si quieres escucharlo a solas, con tu pareja o junto a tus hijos. Date permiso para decidir, sin exigencias. No tienes por qué crear el momento idóneo para escucharlo. Si ha de venir, llegará el momento en que podáis escucharlos todos juntos.

Escucha el cuento "La cueva", aquí.

* Desconozco la autora pero desde aquí le agradezco enormemente que lo haya compartido.